En la página de RedSeca, revista de
debate y análisis político, Ángel Martín, Nicolás Berho y
Alfonso Pizarro, han realizado un aporte a la comprensión de la
“estructura de clases” del movimiento estudiantil.1
Me parece importante responder, o al menos intentar una aproximación,
a las cuestiones que ahí se plantean, ya que constituyen temáticas
de alto interés para el debate acerca del “nuevo sujeto” de las
transformaciones sociales en Chile y sobretodo, del carácter de los
distintos procesos de movilización que dan a luz el (efecto de)
“sujeto” que habría de “protagonizar” algo; el proceso
revolucionario, la transición, la ruptura democrática, etc. De
antemano, quiero dejar en claro que mi posición respecto a la
problemática del sujeto en Chile, es que, contrariamente a lo que
plantean algunas voces (véase: Roberto Vargas en De la
convergencia política a la convergencia de las izquierdas en
Chile),2
lejos de plantearnos la discusión acerca de la naturaleza del
“sujeto”, o de la “asociatividad movilizada y contingente” de
los distintos “actores” – teoría que bien podría filtrear con
un pluralismo cuasi-foucaultiano de la multiplicidad de las
resistencias – en el marco de una discusión metafísica (sujeto a
priori versus sujeto a
posteriori), lo que se necesita
es plantear cuáles son: (1) las condiciones, (2) las medidas
concretas, (3) las estrategias concretas de eso que llamamos
“unidad”. Si hay algo así como un “sujeto” sólo puede ser
el efecto de prácticas políticas estratégicas concretas, de
rupturas específicas que generan unidad, y no de una discusión
acerca del estatuto del “sujeto” que modificará la
“totalidad-social” chilena. En esto soy fiel a una tradición
“pragmatista-crítica” que se ha desarrollado al interior del
comunismo chileno, y particularmente de la práctica política del
leninismo en el PC chileno, en el marco de una teoría no-expresada,
“sintomática”, de la situación política y de la estrategia
política en general.3
Para
partir, y no perdernos en cuestiones estériles, es necesario valorar
los esfuerzos por develar
el estatuto de clase, el carácter de clase del movimiento
estudiantil chileno, aunque sea bajo el rótulo de la estructura
de clases. Y aquí entramos de lleno a las críticas que creo es
necesario hacer a este pequeño documento.
1.- Me
parece evidente que al plantear la cuestión en términos de
“estructura” de clases se pierde de vista la discusión acerca
del “carácter” de clase de un movimiento. Puede parecer una
cuestión de orden semántico, pero, por poner un ejemplo, el
movimiento “Solidaridad” que en Polonia contribuyó a la derrota
del socialismo real (quizás como ningún otro en Europa; articuló,
de hecho, una fórmula situacional
y estratégica, un
modo específico de aprovechar la coyuntura de crisis del socialismo
mundial), tenía de hecho una “estructura” y una “composición”
de clases altamente obrera. Sin embargo, su carácter de clase no
era, con mucho, obrero;
porque no respondía a los intereses de la clase
obrera, sino de una clase mundial-trasnacional, afincada en los
centros de poder imperiales opuestos al socialismo mundial, haya
tenido la fisionomía burocrática que sea este último. La
estructura de clases de un movimiento, entonces, nos dice algo de él;
pero algo más o menos empírico, y por tanto, no da cuenta del
carácter político de ese movimiento. Por el contrario, me parece
que deducir el carácter de clase de un movimiento de su estructura
de clases, puede parecer una deuda demasiado grande con cierta
ortodoxia marxista esencialista y vulgar, difundida sobretodo en los
países del orbe soviético,
y que hacía concidir en el mismo nivel el carácter de clase y la
estructura de clase en un movimiento como coinciden en la vieja
metafísica tradicional los conceptos de existencia y esencia. No
estoy diciendo que los autores lo hagan; pero ya que pretenden partir
por ahí, eso supone un riesgo. Por el contrario, si se hubiesen
propuesto “aclarar la fisionomía actual de las clases en Chile”,
como ellos declaran, la contribución hubiese sido mayor. Pero, de
hecho, para aclarar la fisionomía de las clases, hace falta mucho
más que una batería de datos cuantitativos de índole
socioeconómica; toda la tradición marxista (incluida la analítica,
de la que uno de los autores parece
formar parte) indica que el
concepto de clase está lejos de poder ser reducido a una cuestión
socioeconómica o, mucho más; a una cuestión de índole
“productivo”, como si bastara con ubicar a los sujetos-portadores
(Träger) en determinada esfera o lugar de producción de capital.
2.- Lo
que, de hecho, me parece insuficiente
en este texto, es que no aclara en nada cuál es el concepto de clase
con el que está trabajando. Lo que a veces, hace caer a los autores
en una suerte de concepto de clase social economicista. Para entender
el concepto de clase tendríamos que habérnosla con cuestiones mucho
más complejas que el lugar
que ocupa un determinado sujeto-portador en la estructura productiva.
Está claro que, de hecho, un funcionario público que percibe un
súper-salario es un “trabajador” y ocupa un lugar en la cadena
productiva que no lo pone en posición
de subordinación frente al dueño de los medios de producción. Las
preguntas, ¿recibe extracción de plusvalía este trabajador?,
¿constituye una clase a parte, burocrática
por ejemplo o es un obrero, o es un burgués?, etc. Todas
estas preguntas se insertan en una problemática mayor, que es la del
“estatuto” o, para usar un término de nuestros autores, la
“estructura” del proletariado mundial. Lamentablemente, se ha
sobrevalorado la influencia de la transformación de las fuerzas
productivas y la predominancia contemporánea del trabajo manual, en
vez de fijarse en el fenómeno de la clase social en relación a las
estructuras de reproducción
en el capitalismo contemporáneo (“tardío” si se quiere). La
teoría del tránsito del obrero-masa al obrero-social en Toni Negri,
por ejemplo, si bien enfatiza algunos factores importantes (por
ejemplo la importancia de la cooperación
en
la dialéctica productiva del capital), no clarifica el concepto
mismo de proletariado o clase obrera, sino que establece una nueva
teoría de la subjetividad, al margen de los problemas de (1) la
reproducción, (2) las relaciones de producción, (3) el carácter
político del concepto de clase y su no-remisión a la pureza de las
cuestiones económicas y finalmente (4) las dinámicas de extracción
de plusvalía y la emergencia de un “proletariado de realización”
en los países del tercer mundo.
3.-
Lamento
tener que integrar en mi aporte crítico a la visión de los autores
una serie de cuestiones de índole teórico, pero no se puede hacer
de otra forma, toda vez que una serie de “lugares comunes” se
entremezclan con la exposición de este tipo de cuestiones, cada vez
que alguien sale a la palestra. El “nudo gordiano” de esta
discusión reposa sobre un tema teórico, de hecho; la pregunta por
qué significa, específicamente, y en el contexto de la teoría del
capitalismo que se inspira en la tradición marxista, una clase
social. Como se sabe, el libro III de
El Capital
quedó inconcluso, y uno de los temas que deja pendiente es la teoría
de las clases sociales. Parece que, por el tenor de las últimas
páginas del libro III del texto marxiano, se trataba de una cuestión
en primer lugar relacional,
puesto que tenía que ver con el tipo de relación entre los
productores y quienes se apropian del plus-producto, y en segundo
lugar política.
Alejandro Saavedra (2007) siguiendo a Poulantzas en muchos puntos,
señala consecuentemente que las clases sociales “son sistemas de
relaciones sociales instituidos que se imponen y aparecen como
externos a los individuos” y que “el Estado es una parte de la
estructura de clases y no separado o ubicado a otro nivel que estas”.
Igualmente, Althusser había señalado a principios de los 70' la
primacía de las relaciones sobre la producción o lo ya-producido
(las fuerzas productivas/medios de producción, o si se quiere; la
serie de datos empíricos con los que trabaja la economía) y,
además, la imposibilidad de escindir el concepto mismo de clase del
concepto-matriz, por así decirlo, de lucha
de clases. No hay clases fuera de la lucha y fuera de la serie de
relaciones que instituyen las clases. Las
clases sociales pueden calificarse, de este modo, y
aproximativamente, como prácticas de clase, prácticas que
participan de lo que taxativamente se conoce como “infraestructura”
(la serie de prácticas referidas al proceso de acumulación y
reproducción del capital) y la superestructura (la serie de
prácticas fundamentalmente
políticas e ideológicas
referidas a la reproducción de este proceso de producción
capitalista “económico”). O sea; no se puede, simplemente,
definir una clase por su lugar en la cadena de producción.
4.-
Ejemplos teóricos en la obra misma de Marx para esta cuestión, nos
sobran. No sólo en El
Capital,
sino también el tratamiento que hace del concepto de proletariado en
obras referidas a situaciones históricas, como La
guerra civil en Francia. El
proletariado ahí no es, de ninguna manera, la masa de obreros-masa
(para usar el término de Negri) que son subordinados laboralmente a
los dueños de las fábricas. En El
18 brumario de Luis Bonaparte,
de hecho, Marx define que:
“En
la medida en que millones de familias viven bajo condiciones
económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir,
por sus intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a
éstas de un modo hostil, aquéllos forman una clase”4
Es
decir, de ninguna maneras se trataría de algo así como una posición en la estructura económico-productiva, sino de un fenómeno
vinculado al menos a “las condiciones económicas de existencia”,
el “modo de vivir”, los “intereses”, la “cultura” (sic),
y sobretodo (para nosotros) la
oposición
a otras clases de un modo hostil.
No hay que ser demasiado literal. Sabemos que en otros textos Marx
incluye también distinciones del tipo clase-en-sí/clase-para-sí
que, en este punto de nuestro análisis, no constituyen ninguna
contribución sustantiva. Lo interesante es que es la lucha de
clases, los intereses y la vida “en común” en “el mundo”
(discúlpennos las resonancias heideggerianas del concepto) las que
distinguen y hacen
a las clases. Finalmente, hacia el libro II de El
Capital
Marx distingue las formas de trabajo “no productivas” (en el
sentido específico de la producción de plusvalía) que involucra el
proceso capitalista de producción y que, sin embargo, configuran una
parte del proletariado, en sentido estricto. ¿Vamos a pasar por alto
todas estas cuestiones? Alguien podría decir que, de hecho, Marx
analiza un tipo de sociedad bien restringido; la sociedad capitalista
inglesa del siglo XIX. De hecho, esto no es así; al punto que Marx
siempre consideró que los conceptos con los que analiza el
capitalismo no son deducibles de alguna observación empírica
directa, a menos que se trate de un apoyo.
5.-
De este modo, quisiera decir algunas cuestiones sobre lo que
tangencialmente significa el análisis de Martín, Berho y Pizarro.
En primer lugar, que el movimiento estudiantil tendría una
“estructura” de clases eminentemente obrera, o proletaria. “La
creciente demanda por certificaciones” sería parte de un nuevo
proceso de “calificación de fuerza de trabajo” en que las
universidades juegan un rol subsidiario y por tanto, subsumido
respecto a la reproducción del capital. “Salvo contadas
excepciones, señalan los autores, las franjas estudiantiles exhiben
los rasgos sociales de la clase trabajadora que se inserta en las
nuevas modalidades de acumulación del capital”. Estoy de acuerdo
con esto, en general. La universidad, como ha señalado Willy Thayer
– por ejemplo, en su análisis sobre la condición
no-moderna
de la universidad, está convertida cada vez más en un nodo de
reproducción del capitalismo pero, ¿hace cuánto es así?, ¿no
hablaba Althusser de “aparatos ideológicos” de reproducción del
capitalismo, a fines de los 60'? Además, ¿qué es lo nuevo en las
modalidades de acumulación del capital contemporáneas?, ¿no ha
mostrado Harvey que la novedad en el capitalismo ha sido el período
desarrollista, una especie de “epokhé” de la lógica de
acumulación anárquica, trágicamente terminada por la restauración
conservadora de la desposesión neoliberal? Justamente, el
neoliberalismo corresponde al capitalismo en su modo más “puro”
de funcionamiento, y por tanto las “nuevas modalidades”
corresponderían a cambios en la estructura de las fuerzas
productivas que, a mi parecer, siguen siendo susceptibles al
análisis
marxiano. Lo raro, lo verdaderamente raro es que hubiera un
capitalismo de garantías y derechos sociales, como en el
desarrollismo: que el capitalismo sea expoliador, y que transforme
los nichos des-mercantilizados en nuevos mercados para la voracidad
de la acumulación, no es, en rigor nada
nuevo.
6.-
El
movimiento estudiantil no es una cosa homogénea, y
no corresponde confundirlo con la “masa estudiantil” chilena,
adosada a la clase trabajadora. Me concentraré en sostener esta
hipótesis en lo que queda.
En primer lugar, es un “movimiento” del
que vastos sectores de la población estudiantil se encuentran
excluidos, por
no hablar de los que no trabajan ni estudian, o de los que trabajan,
pero no estudian (“por no poder” como diría Zitarroza).
Desbrozando datos, en nuestro país un 20% de los jóvenes no
estudian ni trabajan (forman parte del “ejército de reserva”, y
engrosan las filas del lumpenproletariat,
también son conocidos como “jóvenes nini”).
Al
2012, más
de la mitad
de los estudiantes chilenos alternaba sus estudios con el trabajo
precario; lo que también es
otro dato interesante. Otro porcentaje lo alterna con formas de
trabajo independiente. Según
encuestas de agencias de empleo virtuales, más de un 60% de los
jóvenes chilenos que estudian lo hacen alternando sus labores
académicas con el trabajo, principalmente precario en el sector
comercio.
De
los jóvenes que estudian, sólo un 15% lo hace en universidades del
consejo de rectores, y 63% lo hace en CFT-IP's. Del total de jóvenes
que estudian, un 45% lo hace en instituciones no acreditadas, y un
22% en universidades privadas. Como vemos, el componente
“universitario” de la calificación de la fuerza de trabajo en
Chile, es minoritaria. Corresponde, de hecho, a bastante menos de la
mitad de los estudiantes, y de ese sector, la gran mayoría realiza
sus estudios en instituciones desreguladas, de mala calidad y no
acreditadas, y
al mismo tiempo, trabajando.
Cambiar esta realidad es fundamental, esto es a todas luces obvio.
Sin embargo, aducir como un “dato de la causa” el que 7 de cada
10 estudiantes sean “primera generación”, puede ser visto como
la alusión directa a una suerte de obviedad: la gran mayoría de los
estudiantes chilenos son pobres, pertenecen “relativamente” a la
clase trabajadora y “estructuralmente”, también. Pero...
¿conforman el “movimiento estudiantil” estos estudiantes
precarios, que estudian y trabajan y que si estudian, lo hacen en
instituciones no-universitarias y no-acreditadas?
7.-
De
hecho, con una cuestión como esta tiene que ver la “estructura de
clases” del movimiento estudiantil y no con la trampa de “hacernos
pasar gato por liebre” aduciendo un par de datos sobre la
composición de la masa estudiantil chilena, para deducir de ahí la
existencia de un movimiento estudiantil de clase. En
efecto, sólo en la medida en que asumamos que, por su carácter y su
composición, el movimiento estudiantil – a diferencia de la
totalidad de los estudiantes, que configuran un sector importante de
la clase obrera joven, aunque claro, no toda – no
es proletario y
no
es de clase,
vamos a salir de la bancarrota en que nos encontramos como
“estudiantes”, en mi caso de post-grado. El movimiento
estudiantil es, por su carácter gremial y sectorial, y por la
“estructura de clases” de su vanguardia-organizada (los
estudiantes del CRUCh y algunas universidades privadas que han
adquirido “prestigio”), un típico movimiento pequeño-burgués
que lucha por algunas demandas particulares y, a lo sumo, por una
transformación radical de los procesos de calificación de la fuerza
de trabajo, en algunos casos, y por la mejora en las condiciones de
ascenso social para la pequeñoburguesía, en otros. Por ello, me
parece que (1) hay que entender el problema insoslayable del “viraje”
de la izquierda, incluída la extra-PC, fundamentalmente
estudiantil-pequeñoburguesa y
que se
encuentra aislada
de la mayoría de los “estudiantes” que van al matadero de la
calificación técnico-profesional, viraje que sólo puede ser
realizado mirando hacia sectores con potencialidad de cambio, (2) que
esa
izquierda, si sigue anclada al movimiento estudiantil como su “tierra
primaria”, si ese sigue siendo el nomos
que la define, probablemente está condenada al fracaso, finalmente
(3) es obvio que las tesis sobre el “derrumbe del modelo” y el
supuesto cambio radical e insalvable que habría operado en el
“sentido común”, en sentido gramsciano, el fenómeno 2011,
literalmente, se derrumbaron.
La ideología neoliberal repuso el consenso y eso supone otra
coyuntura y otro modo de enfrentarla.
El problema más grave es que al mirar la política desde el prisma
sesgado del “movimiento estudiantil”, inevitablemente se
cae en una especie de anteojera de
clase,
que no es precisamente de
clase
trabajadora, ni por su composición, ni por su “carácter”, y
aquí me parece que hablamos de lo importante: a menos que hayamos
dejado de ser lo que somos, los trabajadores siguen siendo el lugar
detonante de la serie de rupturas que esperamos producir. Y a menos
que tengamos muy poco sentido para la coyuntura, el “movimiento
estudiantil” dejó hace un tiempo de ser el espacio-clave para la
hilvanación de una serie de rupturas decisivas que, en los hechos,
posibiliten la emergencia de un nuevo bloque anti-neoliberal con
vocación (y posibilidades) de poder. Hacia dónde se desplazó ese
espacio-clave, me parece un objeto de análisis digno de tener en
cuenta, para los autores y para quien escribe.
1La
nueva estructura de clases del nuevo movimiento estudiantil (Parte
I), en
http://www.redseca.cl/?p=5794
2http://www.fundacioncrea.cl/de-la-crisis-politica-la-convergencia-de-las-izquierdas-en-chile/
3Una
de las pocas teorizaciones de esta práctica política, cuyo máximo
representante sería Luis Corvalán, es el trabajo (1972) de Carlos
Cerda, El leninismo y la victoria popular,
publicado por Quimantú en pleno gobierno de la UP.
4https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum7.htm